domingo, 1 de diciembre de 2013

CIRUGÍA PLÁSTICA REPARADORA vs. ESTÉTICA

Siempre me llamó la atención el hecho de que, como regla general, la gente equipare y confunda los términos de cirugía plástica y de cirugía estética. Aunque los médicos de estas especialidades se agrupan bajo el epígrafe de “Cirujanos plásticos, reparadores y estéticos”, lo cierto es que la cirugía plástica distingue la cirugía reparadora o reconstructiva, generalmente utilizada para restablecer funciones y recuperar miembros, de la cirugía plástica estética, la más popular, que es la que se refiere a procedimientos vistos como médicamente innecesarios y que buscan mejorar el atractivo con el objetivo final de “verse bien”.
Pero, ¿cómo no separar la cirugía estética de la plástica reconstructiva? ¿Acuden pacientes con las mismas patologías? ¿Tiene la misma importancia un rejuvenecimiento facial que un implante de pómulo perdido como consecuencia de un accidente de tráfico? ¿Es equiparable una operación de aumento de pecho, por motivos simplemente estéticos, con el propósito de mejorar su imagen corporal, a la de otra persona que realiza la reconstrucción de su pecho después de haber sufrido un cáncer de mama? ¿Llevan implícitos los mismos condicionantes? 


En un caso, la persona quiere mejorar su imagen siguiendo unos cánones establecidos. En el otro, la persona quiere pasar desapercibida entre la masa, lucha por no ser diferente al resto de la sociedad, pretende ser, en definitiva, una persona “normal”. La cirugía reconstructiva es clave en la vida de la persona pues la separa en un antes y un después de la intervención. Es, además, un medio para terminar con el sufrimiento y reconstruir la identidad, porque aunque sabemos que “nada será igual” (la recuperación nunca será total o completa) sí hay una transformación positiva. Además, a nivel físico la importancia de una intervención reparadora implica, en algunos casos, volver a ser autónomo, un aspecto en absoluto despreciable.
El rostro desfigurado resulta público y notorio. Es imposible que pase inadvertido hasta el punto de que la curiosidad, que una deformación produce en los demás, vulnera a veces el respeto que exige mantener una cierta indiferencia con quien padece esa deformidad física. La desfiguración puede marcar por completo la existencia y la vida de la persona. Las personas que tienen problemas graves en el rostro rechazan vincular su problema con la belleza: no están especialmente obsesionadas por su apariencia. Sin embargo, desean ante todo recuperar, en la medida de lo posible, ese aspecto de su anterior rostro y asemejarse lo más posible al canon normal.
La medicina se ocupa de cosas importantes, tanto de reparar un paladar o un hueso roto como de lograr una nariz más armónica. Pero quizás ayudaría a la cirugía reconstructiva que los medios de comunicación y el público en general no la equiparen, de forma un tanto trivial, con la cirugía estética. Resulta molesto para alguien con un trauma facial que comparen su problema (no deseado) con los deseos de alguien (legítimos y respetables) por mejorar su imagen.

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