Es básico ser consciente de que el concepto de belleza o fealdad es
diferente según la cultura de que se trate, pues es la cultura la
que nos enseña, entre otras cosas, qué es lo bello y lo feo.
Los expertos aseguran que la imagen corporal comienza en la infancia.
En una educación temprana, los niños de edad preescolar se van
formando una idealización física de cómo se ha de ser para tener
éxito. ¡Quién no recuerda los cuentos de Cenicienta o Blancanieves
que nos describen a las buenas más guapas que las malas!
También la familia nos enseña, desde muy pequeños, qué es lo
bello, qué no lo es, a quién nos parecemos, o qué consideración
estética o atractivo tiene una persona. Algunos autores explican que
los niños desarrollan muy pronto preferencias por determinadas
apariencias físicas y formulan juicios más negativos sobre personas
con un físico diferente, “no aceptable” socialmente.
¡Y cómo no, las amistades! Junto a los anteriores, asumen e imitan
los modelos sociales impuestos, por un lado, y pueden amplificar los
defectos de una persona, por otro. Sufrir burlas o ser criticado en
el círculo de amistades por la apariencia tendrá una influencia
enorme en el desarrollo de una persona.
Todo ello, unido a la presión cultural que se ejerce desde los
medios de comunicación (no hay más que fijarse en los anuncios de
televisión, revistas...) magnifica la importancia sociocultural del
atractivo, que sólo promete la felicidad y el triunfo a personas
esbeltas, perfectas, populares, deseables, sin defectos, estigmas o
amputaciones.
Pero ¿qué sucede a las personas que naciendo “normales” y
viviendo en una sociedad que les calificaría como “aceptables”
físicamente, se transforman en “bichos raros”, en “monstruos”
por un suceso o trauma del tipo que sea? ¿Qué pasa cuando un día
te despiertas y ves que el espejo devuelve un rostro que no se
corresponde con la imagen mental que uno se representa de sí mismo?
A
pesar de que vivimos sumergidos en la misma cultura no todos nos
vemos afectados de la misma manera. Personas que hemos pasado por
situaciones tan trascendentales necesitamos ser entendidos en los
círculos más cercanos (familia, amigos), pues nuestras actitudes y
emociones pasarán por distintas fases hasta la asimilación de ese
nuevo “yo”. También es justo que se describa detalladamente este
proceso desde otras disciplinas como la medicina, la psicología, la
antropología, etc... El choque entre el “ser” de antes del
suceso y el “estar” de después exige un volver a nacer en una
sociedad compleja donde se pueda pasar inadvertido.
Y
quizá también los traumatizados debemos resetear, olvidarnos de
quiénes éramos antes, y centrarnos en lo que podemos ser ahora,
apreciar que la comprensión y la empatía que, a veces, reclamamos
de la sociedad deben ser retroalimentadas desde todas las posturas.
Es necesario por nuestra parte un feed-back que pueda ayudar a
recomponer las vidas. Es posible un volver a empezar que se
construya, fundamentalmente, desde la educación, el respeto y la
tolerancia, donde la apariencia y las marcas sean tan inapreciables
para todos como el reflejo de un espejo completamente opaco, porque,
la mayoría de las veces, la cara no es el espejo del alma.
Felicidades, Montse. Al leerte, me estoy dando cuenta de muchas cosas en las que no había reparado y me estás abriendo vías de pensamiento que no había explorado, sólo por ello, ya te doy mil gracias. Nuestra concepción de la belleza está tan inmersa en nuestros procesos de socialización que o te paras, separas, deconstruyes y construyes o no eres capaz de discernir conceptos y asumes idearios culturales como elementos de identidad propios o ajenos (de los que si careces, excluyen)
ResponderEliminarSi en tu vida hay un antes y después, yo te conocí en el "después". Descozco cómo eras "antes", pero siempre te he visto como una mujer admirable, aún sin conocer tu historia. Ahora me lo pareces aún más.
Mil gracias a ti, Goretti por tus palabras. Me alegro que te haya despertado interés. Todo lo que me dices, lo recibo con agrado y siempre lo tendré en cuenta.
ResponderEliminarYo te recuerdo como una chica alegre y alocada y como no se si volvere a verte alguna vez mas en mi vida para mi sigues siendo la misma. Un beso enorme
ResponderEliminarGracias, anónimo. Estaría bien saber quién eres. ¡Hombre! Intento ser alegre, aunque alocada sólo un poco...
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